domingo, 3 de junio de 2007

RELATOS CORTOS

SEGUNDA UTOPÍA
(o6-02-05)

Me gustaría saber qué ocurre en el mundo; qué está pasando por la mente, el corazón y el alma de la gente; ¿cuándo nos despertarán de este mal sueño: hambre, sed y catástrofes naturales… o antinaturales?
¿Creó Dios al ser humano?...
Lo cierto es que algo o alguien crearon todo lo que hay dentro de lo que conocemos como nuestro planeta tierra y, pienso, lo hizo para que fuera bonito, sano y fértil.
¿Creen que podemos seguir maltratando lo que precisamente nos mantiene vivos?
Tenemos que despertar al amor, a la investigación de las enfermedades, a la recuperación de la naturaleza, al intercambio de ideas, a la tolerancia, al dar sin esperar nada a cambio y al cese de la guerra.
¿Es tan difícil?
Gobiernos dialogando con pluma y papel como únicas armas, acuerdos para empapar el desierto, para evitar la tala de árboles y que florezcan las secas llanuras; para crear excedentes de vacunas y ver niños jugando jóvenes sanos y madres sonriendo.
Tengo que despertar mis cinco sentidos y abrirlos a la vida, porque tengo hijos, nietos, padres y hermanos que quieren vivir. Y yo también quiero… quiero abrir mis ojos que ahora tengo entornados por la contaminación. Abrirlos a la luz, al color verde de la hierba, al azul del mar y al blanco de las estrellas; sin que el sol me queme, ni la tierra se seque bajo mis pies o el río me envenene; para ver de nuevo los pájaros, al pescador en el malecón y al labrador en su cosecha. Abrirlos para ver rosas perennes, nieve en invierno y sol en verano. Para ver noticias con imágenes de bodas, nacimientos, cumpleaños y estadísticas que acabaron con rifles, el sida y los cánceres.
Quisiera abrir mis oídos que ahora no oyen por el estruendo de las bombas, al sonido del agua del manantial, de los pasos de baile, del crujir del pan al comerlo de las risas de los niños del Mundo Olvidado, al del estallido de los globos, al de la brisa del rompeolas y al eco de la sirena de un barco.
Y abrir mis manos que ahora tengo cerradas en un puño por la rabia y la impotencia, para coger las del que antes era un desvalido, del que reclamaba piedad, del que mira con esperanza las del no marginado, las del no hambriento, y del que ya nada tiene que envidiar. Abrirlas para jugar al corro de la patata, para adornar el árbol de Navidad y manosear la naturaleza.
Quiero oler la humedad del día recién llovido, el salitre al amanecer en el mar, la madera en el campo y el perfume natural de un jardín.
Olvidar el sabor a sangre de la guerra, a muerte terrorista y a droga adulterada, para recordar el de la paz, la vida y la cordura.
Yo, sólo quiero despertar mis sentidos, que están dormidos por el conformismo, la apatía y el desaliento y abrirlos para ver al hombre, y con él a DIOS.

FIN

CARMEN FRANCO SÁNCHEZ (Miembro del Campus Crea)