domingo, 3 de junio de 2007

RELATOS CORTOS

DE NEGRO EN OTOÑO

(08-07-2005)

Sentada en una silla, toda vestida de negro, posaba sus ojos inertes en la blanquecina pared de enfrente.
Su marido siempre sacaba la sonrisa de la gente, aunque la tuvieran escondida, para él siempre era primavera, verano o invierno porque encontraba todo lo bonito que podía existir en las tres estaciones: flores, mar, nieve; pero no le gustaba el otoño, decía que era la única estación triste del año: la caída de la hoja mostrando un árbol desnudo sin color, los niños llorando porque no quieren ir al colegio, el sol dejaba de brillar con la misma intensidad y el cielo se volvía más triste.
Para ella su marido era su apoyo, pero con él no bastaba con parecer alegre tenías que estarlo y ahora había llegado aquello que él tanto había querido evitar, porque era otoño y había muerto y con él, las flores de la primavera, el mar en verano y la nieve del invierno, porque así veía su marido la vida.
Y ahora sólo le quedaba llorar. El negro sería su piel, aunque su marido lo había desterrado del armario porque quería la vida llena de color, pero él ya no estaba, y aquella habitación sería su casa aunque a su marido le gustara tanto el mar, el campo y el aire libre, pero él ya no estaba; desde ahora sus ojos sólo verían aquella pared, a pesar de que su marido creía que eran los más bonitos del mundo y que estaban hechos para ver sólo maravillas, pero él ya no estaba.
Metida en su llanto, no oía como dos pequeñas vocecitas la reclamaban, pero en un descanso de su martirio volvió la vista atrás y observó dos figuritas despeinadas todavía con ropa de dormir que la miraban fijamente al tiempo que decían: _ ¡Mamá! , ¿Hoy tampoco iremos al cole?_ y sintiendo como si una luz le atravesara el corazón y le quemara lo comprendió todo.
Su marido estaba equivocado, también el otoño tenía cosas bonitas, su hijo cumpliría años en noviembre, y le gustaba ir al cole para jugar con sus amigos, además en otoño la tierra parece un gran puzzle de mil tonalidades, ella lo había observado desde el avión en un viaje que hicieron en octubre pasado, terracota, beige, verde hoja y de vez en cuando un brillo plateado te hacía ver lagos y lagunas reflejando el poco sol que quedaba al atardecer.
Desde ahora también vivirían el otoño, y el negro lo utilizaría en ocasiones especiales, y sus ojos verían como sus hijos iban creciendo al mismo tiempo que comprendían que en la vida hay que vivir con lo malo para conocer lo bueno, con lo feo para admirar lo bonito y con la tristeza para disfrutar con la alegría.

FIN

CARMEN FRANCO SÁNCHEZ (Miembro de Campus Crea)