sábado, 11 de enero de 2014

RELATO CORTO


 ¡PERDONE POR EL ERROR!







¡Es la policía, abra la puerta!..

Así despertó de un salto -a pesar de sus 75 años- la señora Braquett.
Cinco agentes, con pistolas y rifles de asalto, entraron en bandada en su piso y literalmente violaron una a una cada habitación de su amplia vivienda. La pobre señora Braquett (Hilda para los amigos), después de levantarse sobresaltada, solo atinó a ponerse su bata y caer de nuevo derrotada en el sofá del salón. El registro duró cinco larguísimos minutos, y después la calma.
Dos policías, uno de ellos femenino, se sentaron a ambos lados de Hilda, que aún temblaba del susto. La agente se acercó a la cocina, preparó una tila y se la ofreció a la anciana, ella atónita y en shock tomó la taza inconscientemente.

¡A ver señora Barquett, prefiere hablar ahora o hacerlo en comisaría! -expuso el comisario.
Pero...yo... -intentó decir Hilda.
¡Lo sabemos todo, que no hayamos encontrado nada en su vivienda no la exime de su culpabilidad!
Es que...yo...no... -titubeaba de nuevo la señora.
El comisario volvió a interrumpirla, - ¿Pero no entiende que todo la acusa a usted señora Barquett!
Su desesperación llegó al límite, y en un acto enérgico la pobre mujer pudo imponer su voz y de un solo grito sentenció:
¡No soy la señora Barquett, me llamo Braquett, Hilda Braquett!. ¡La señora Barquett vive una calle abajo!
El comisario y la agente, enrojecidos por el bochorno y pidiendo disculpas, salieron por la reventada puerta.

La señora Braquett, intentó tranquilizarse con la taza de tila caliente.



Carmen Franco S. (Respetar autoría)

(Imágenes descargadas de Internet)