¡PERDONE POR EL ERROR!
¡Es
la policía, abra la puerta!..
Así
despertó de un salto -a pesar de sus 75 años- la señora Braquett.
Cinco
agentes, con pistolas y rifles de asalto, entraron en bandada en su
piso y literalmente violaron una a una cada habitación de su amplia
vivienda. La pobre señora Braquett (Hilda para los amigos), después
de levantarse sobresaltada, solo atinó a ponerse su bata y caer de
nuevo derrotada en el sofá del salón. El registro duró cinco
larguísimos minutos, y después la calma.
Dos
policías, uno de ellos femenino, se sentaron a ambos lados de Hilda,
que aún temblaba del susto. La agente se acercó a la cocina,
preparó una tila y se la ofreció a la anciana, ella atónita y en
shock tomó la taza inconscientemente.
Pero...yo...
-intentó decir Hilda.
¡Lo
sabemos todo, que no hayamos encontrado nada en su vivienda no la
exime de su culpabilidad!
Es
que...yo...no... -titubeaba de nuevo la señora.
El
comisario volvió a interrumpirla, - ¿Pero no entiende que todo la
acusa a usted señora Barquett!
Su
desesperación llegó al límite, y en un acto enérgico la pobre
mujer pudo imponer su voz y de un solo grito sentenció:
¡No
soy la señora Barquett, me llamo Braquett, Hilda Braquett!. ¡La
señora Barquett vive una calle abajo!
El
comisario y la agente, enrojecidos por el bochorno y pidiendo
disculpas, salieron por la reventada puerta.
La
señora Braquett, intentó tranquilizarse con la taza de tila
caliente.
Carmen
Franco S. (Respetar autoría)
(Imágenes descargadas de Internet)